Dulces besos repartidos de tus labios húmedos y gruesos, sublimes caricias nos cubrían intentando ser uno en ese momento.
Tu piel se fusionaba con la mía, nuestros cuerpos se estremecían, y al oído llegaba el latir de dos corazones que se unían.
Tus manos cubrían mi cintura y las mías no dejaban de recorrer tu bello cuerpo, cada rose provocaba sensaciones en nuestra locura desenfrenada, deseando que nunca terminara.
A tu dulce boca no me cansaba de besar, y en ella dejaba mi alma, dejaba mis sueños, dejaba mi amor. Noches volviéndose eternas, hacían de cada minuto una canción, una canción de amor.
La luna nos cubría con su luz, mientras sus fuertes brazos recorrían mi piel. Entre dulce besos y sublimes caricias se consumaba un acto de amor.
En un abrazo silencioso y en mi silencio queriendo gritar mil cosas, se escuchaba un adiós inevitable, fue una noche más y algunas más vendrán.